Hubo un caso que un señor, hablaba para todos que su joven vecino era un ladrón.
Y acabo aconteciendo que por este señor, su joven vecino acabo siendo preso.
Pasado cierto tiempo descubrieron que el joven era inocente y lo soltaron.
El se sintiendo lastimado por el acontecimiento decidió, demandar su vecino (el chismoso y calumniador)
En la corte el chismoso queriendo defender-se dijo:
No pensé que mis comentarios harían tanto daño a este joven.
El juez le dijo:
Escriba en una hoja, todos los comentarios que hicistes en contra de el.
Cuando usted venga de su casa para la corte, corte el papel en varios pedazos y avienta los pedacitos al aire.
El hombre obedeció, y en el otro día estaba nuevamente delante del juez.
El juez lo miro y dijo:
Antes que empecemos nuevamente la corte, salga y levanta todos los pedazos del papel que esparciste en el camino y me traiga aquí.
El hombre contesto imposible, los aviente al aire.
Le dijo el juez:
De igual manera un comentario aquí, otro allá usted puede destruir la reputación y la honra de una persona.
A veces se esparcí de una manera, que ya no podemos arreglar el mal causado.
Si no se puede hablar bien de alguien, entonces estar callado es mejor remedio.
Seamos señores de nuestra lengua para que no seamos esclavos de nuestras palabras.
El que guarda su boca y su lengua, Su alma guarda de angustias.
Proverbios 21:23
