
Un columnista acompañó a un amigo a un puesto de periódicos.
El amigo saludó amablemente al periodista, pero de regreso recebio un tratamiento rudo y áspero.
Recogió el periódico que había sido lanzado en su dirección, el amigo del columnista cortésmente sonrió y deseó un buen fin de semana en el quiosco.
Cuando los dos amigos iban por la calle, el columnista le preguntó:
– ¿Siempre te trata así, tan grosero?
– Sí, por desgracia, siempre ha sido así …
– ¿Y tú eres siempre tan educado y amable con él?
– Sí, trato de ser.
– ¿Por qué eres tan amable, ya que él es tan grosero con usted?
– No quiero que él decida cómo debo actuar.
Moraleja: una persona es su propio dueño, y no debe inclinarse ante el viento que sopla.
Ella no puede estar a merced de mal humor, impaciencia y la ira de los demás.
No es el ambiente que transforma a uno, mas uno transforma el ambiente.